domingo, 13 de febrero de 2011

POTOSI, CERRO RICO. BOLIVIA.

Cartucho de dinamita con el detonador.
Visitar Potosí y observar el esplendor de antaño en sus edificios coloniales y sus minas de plata es un espectáculo que impresiona.

Es la ciudad más alta del mundo (4070 m) y  fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1987. Potosí se eleva acompañada de una montaña histórica, el Cerro Rico (4800m.) .

La historia de la Villa Imperial de Potosí data del año 1545. El indio Diego Huallpa pasó la noche en el cerro y para protegerse del frío encendió una hoguera, fue así como descubrió que por su superficie brotaban hilos de plata. Decidido, llevó la Plata a la mina de Porco que por aquel entonces estaba siendo explotada por los españoles entre Potosí y Uyuni y así es como los españoles comenzaron a explotar dicho sitio.

La ciudad se fundó en 1545 tras los descubrimientos de los yacimientos de plata y en 1610 llegó a alcanzar las 160.000 personas. Por aquel entonces ciudades europeas como Paris contaban con 60.000 habitantes y Madrid apenas llegaba a 40.000. Sus filones de plata llegaron a ser los más lucrativos del mundo y la gente vestía de seda con encajes de oro y plata..

Millones de indígenas y de esclavos traídos de África fueron reclutados para trabajar en las minas en unas condiciones atroces, esto provocó la muerte de miles de personas.

Durante la época colonial fueron extraídos dos mil millones de onzas de plata y hoy en día salen cerca de 4000 toneladas de concentrados de Plomo, Plata, Zinc, Antimonio,Wolframio y Estaño. Se estima que de el total extraído, el 25% es riqueza mineral mientras que el resto es basura.

Vagonetas hacia el interior de la mina
Las Agencias turísticas de Potosí se dedican a hacer tours dentro de las minas para dar a conocer como trabajan los mineros y poder ver las duras condiciones en las que todavía, a día de hoy, realizan los trabajos.
Con una de estas agencias decidí entrar en las minas acompañado por mis amigos suizos. Éramos 18 personas y fuimos divididos en dos grupos. Teníamos un guia para cada grupo, uno de ellos hablaba ingles.

Los guias son antiguos mineros que trabajan en la agencia y son profesionales con muchos años de experiencia, muchos trabajando en las minas desde niños.

Cartucho de Dinamita
Comenzamos por el mercado minero que es donde los mineros compran todo el material necesario para realizar su trabajo. El mercado consiste de una serie de pequeñas tiendas a ambos lados de la calle y allí nos explicaron con que materiales trabajan. Para las detonaciones usan dinamita y sulfato de amonio, un fertilizante que lo para aumentar la fuerza en las explosiones. Antes de entrar, compramos regalos para los mineros que estaban trabajando dentro de la mina: cartuchos de dinamita, detonadores, Sulfato de Amonio, botellas de agua y bolsas de hojas de coca.


Dinamita bolsa de Sulfato de Amonio y detonadores.
Mina Candelaria
Desde el mercado minero nos llevaron hacía a la entrada de la mina Candelaria a 4270 m, en el Cerro Rico. Allí experimenté una de las experiencias más duras y traumáticas de mi vida. Fuí testigo de las condiciones precarias en las que trabaja esta gente: el alcohol, la desnutrición, las enfermedades, los males respiratorios y la falta de higiene golpean a diario a los indígenas.

A la entrada a la mina al lado de la puerta hay manchas de color rojo, es sangre de llama. Los mineros hacen rituales para que la Pachamama (diosa de la tierra en idioma quechua) les proteja en su trabajo diario.


Bajando hacia niveles inferiores
Bajando hacia niveles inferiores
Entramos unos 400 m en dirección horizontal para luego ir bajando niveles. Había sitios en los que literalmente bajabas arrastrandote y el espacio era muy reducido. El guía siempre iba por delante nuestro.

Llegamos a una sala mas grande y el guía nos explicó como cada primer viernes de cada mes los mineros hacen ofrendas a El Tío, una representación de su propio diablo. Los mineros le piden que les proteja y que les de suerte para encontrar buenos minerales. Primero beben un trago del Whisky de los Andes, un alcohol de 96 grados, y derraman unas gotas en el suelo. Pude beber un pequeño trago que nos ofreció un minero y la boca te arde tanto que cuesta pasarlo por la garganta. Ellos lo beben diariamente.


Además del alcohol, los mineros mastican hojas de coca para poder aguantar las ocho horas de intenso trabajo diario debido a las duras condiciones de esfuerzo. Las condiciones de seguridad son mínimas.

En la mina, hay galerías de piedra del año 1600, cuando los españoles explotaron este lugar. En una de esas estrechas galerías paramos para hacer una detonación con dinamita una parte del techo. Allí pudimos ver todo el proceso de elaboración de una detonación. El minero al cargo tenía 16 años y trabajaba en la mina desde los 13 años.
Galería de la época colonial
El agujero horizontal y de un metro de largo estaba alto para la estatura del minero y el guia decidió que el más alto del grupo, uno de los suizos, realizara la operación de meter la dinamita y los demás compuestos.  Todo ello fue supervisado y realizado con seguridad.

Los demás también ayudamos en la elaboración. El primer paso fue introducir en unos pequeños cartuchos de papel una pequeña parte de dinamita. En segundo lugar pusimos el nitrato de amonio, que es lo que hace aumentar la explosión y la onda expansiva. En última instancia añadimos lo que llaman el taco de tierra fina, tierra de la propia mina mezclada con un poco de agua que es introducida en los cartuchos. Esto es lo que hace que la carga detone dentro del agujero y no deje que la onda expansiva salga.

Midiendo el detonador
Introduciendo las cargas
Encendiendo la mecha
Después de todas estas maniobras, llegó la hora de la detonación. Nos situamos al final de la galería y esperamos impacientes durante los cuatro minutos que teníamos antes de la detonación. Pero algo sucedió, al parecer la mecha se corto en el interior por una mala manipulación. Al parecer no se introdujeron bien todos los componentes con la vara de hierro y no hubo detonación.

La realización de este tipo de trabajo tiene que ser de un profesional e incluso a ellos a veces les suele pasar este tipo de cosas.

Precipitadamente, salimos por otro conducto por si la carga detonaba. Subimos hacía las galerías de arriba y nos encontramos con el resto de los compañeros que estaban con el guía en ingles. Allí, otros mineros estaban finalizando una carga y tuvimos que esperar para la detonación. Fue una explosión seca y no demasiado ruidosa. Una vez finalizado la detonación, salimos de la mina.

En total, estuvimos dos horas en el interior de la mina donde el calor en el interior aumenta por cada 30 metros cerca 1 grado, pudiendo llegar a temperaturas cercanas de hasta 50 grados.

Cinco siglos de continua explotación pasa factura al Cerro Rico. En las últimas décadas las compañias privadas han llegado hasta la cúpula del cerro debilitándola. La mina tiene enormes grietas que amenazan con el derrumbe literal del cerro. Las grietas siguen creciendo continuamente debido a las incesantes lluvias.

Potosí, la ciudad que fue un símbolo mundial de riqueza inagotable es ahora una ciudad de sinuosas, desordenadas y sucias callejuelas. Es habitual observar por las calles como los indígenas ebrios se mezclan con las lujosas camionetas de los propietarios de las minas.

Pese a todo, todavía queda en la memoria de todos la famosa frase que ha acompañado a este espectacular lugar durante siglos: ¡Vale un Potosí!

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